Me dicen “Marranela” por ser gorda
- Jazmin Alderete Rivas
- 25 mar 2017
- 5 Min. de lectura
LOCAL- No importa si es niña o niño, ni su raza ni su condición económica. Tampoco si saca mejores o peores notas. Basta con que el pequeño sea obeso para que tenga mayor riesgo de sufrir acoso en la escuela. Así lo confirma un estudio publicado en la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Mi nombre es Marcela, y estoy gorda. En la hora de recreo no me gusta salir, siempre estoy con el temor de saber con quién podre platicar. A veces cuando salgo, se ríen de mí y me dicen gorda”.
Marcela estudia en el Colegio Americano y cursa el primer año de secundaria, quien ya no quiere ir a la escuela, debido al temor de los comentarios que sufre todos los días por parte de sus compañeros, donde uno de sus apodos es “Marranela”. “Cómo no me voy a sentir una gorda, si apenas tengo 13 años y ya me compran la ropa como si fuera una adulta. Mis brazos y mis piernas están bien gordos, mi estómago se me sale de entre la playera del uniforme y tengo unas rayitas. Mi mamá las llama estrías”. La madre de Marcela, María Estela, quien se ve que representa una buena condición física, explicó que ha llevado al Doctor a Marcela, en donde le recetó que comiera despacio y dejara los malos hábitos alimenticios.
“Mi hija es igual que su padre, él tiene obesidad, y yo me la vivo en el gimnasio, me encanta el deporte, pero a Marcela no, nunca se anima para acompañarme y su padre y yo tratamos de hacerla sentir mejor cuando se pone triste por su sobrepeso, dice, María Estela, madre de Marcela.
“Una vez mi mamá me llevó con la Nutrióloga Julieta Flores, que me pesó y me midió la cintura. Creo que peso más de 80 kilos. Ella platicó conmigo y me dijo que comiera despacio”. Mi mamá dice que estoy bonita y mi papá, que lo que cuenta son los sentimientos, lo que uno tiene en el corazón. No les creo porque eso no me dicen en el colegio. Una vez me estaba comiendo unas papas y pasó un niño y me la tiró. Todo el chamoy se me embarró en la playera y aparte me dijo gorda. Otra vez, me tumbaron la soda. También me jalan el pelo y me meten el pie para que me caiga cuando voy corriendo. Le digo a la profe pero no me hace caso. Me gusta un chico llamado Manuel, pero a él yo creo que yo no. Nunca quiere platicar conmigo. Una amiga me pasó su ´Facebook´ y le mandé un mensaje para que me aceptara y poder chatear. Yo creo que no le llegó o no miró el mío porque no aparece cuando leo mis mensajes en el ´chat´. Me da coraje y a veces quisiera dejar de comer para estar flaquita. Pero no puedo. Dicen que porque mis papás están así; otros, que porque no hago ejercicio. Pero qué "güeva". ¿Te imaginas ir a correr o a caminar al parque, o jugar fut o esas cosas? Aparte que no puedo. Me canso bien pronto. Una vez fui al parque a pasear en bicicleta, pero no. Al otro día me dolían bien mucho las piernas. Mejor me quedo viendo la tele o jugando en la "compu". Dicen que eso engorda porque mueves el cuerpo, pero qué le hace. Nuestra Nutrióloga Julieta Flores, nos dijo que comiéramos frutas y verduras. ¡Guácala! ¿Te imaginas comer tomate, cebolla y esas cosas? Prefiero no comerlas. Si a mí me gustan las quesadillas y las pizzas, las papas con mucho chamoy. Mira, hasta ya se me hizo agua la boca... También nos dijeron que desayunáramos, pero como en la casa cenamos y nos dormimos bien tarde, en la mañana me despierto y no me da hambre. Aparte que apenas tengo tiempo de cambiarme. En el colegio compro una torta o unos nachos y una coca. Estoy gordita y creo que no voy a "enflacar". Estoy sentada en el patio porque nadie me invita a jugar. Debiera estar contenta porque es la hora de recreo pero no lo estoy. El elástico de la playera me aprieta los brazos y hasta me canso para respirar... Marcela es una de los tantos niños que ubican a Ciudad Juárez en tercer lugar a nivel nacional en obesidad infantil, de los que la psicóloga especializada en Atención Psicoterapéutica, Aideé Yadira Castellanos Martínez, dice que son rechazados y burlados por sus compañeros, de los que tienen la autoestima baja y que se sienten avergonzados.
Un problema de salud que no ha sido tratado adecuadamente y requiere medidas urgentes y eficientes es la obesidad infantil en México.
Según un comunicado de prensa del 2015 de la Secretaría de Salud, el Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Infantil de México "Federico Gómez" declaró que el 40% de la población infantil en nuestro país tiene sobrepeso y obesidad y el 35% de ellos, sufre de “bullyng” en las escuelas por ello.
"Estos niños se sienten rechazados por sus compañeros y de alguna manera se enojan y pueden agredir. Pero es por la frustración, la impotencia que sienten de verse como están", dice. Los niños se sienten desligados y no se integran a un grupo por vergüenza o porque son ridiculizados en la escuela, lo que puede traer secuelas psicológicas en su etapa adolescente. "Si no lo ayudamos, esto puede repercutir de alguna manera a sentirse tímido, avergonzado, no acercarse a grupos o deprimirse. Cuando es hereditario o si han hecho hasta lo imposible por rebajar, hay que prepararlo psicológicamente para que acepte su cuerpo".
El acoso escolar por sobrepeso, se vive en todos los niveles de educación, siendo este un fenómeno que se ha convertido en un problema de seguridad pública emergente que requiere de la participación de distintas esferas sociales como familia, escuela, sociedad y gobierno.
“Tanto padres de familia como profesores, deben de estar atentos a distintos aspectos como cambios en el comportamiento del niño, apatía, la relación de los alumnos dentro y fuera del salón entre otros, a fin de prevenir y evitar que la violencia vaya en aumento”, señaló, Oyuki Melissa, licenciada en educación.
El Doctor Moisés Rincón Reyes, neurólogo y pediatra, comenta que el niño obeso tiene menor autoestima y menos ganas de hacer una dieta y ejercicio. "Habitualmente son niños con poca energía. Les resulta más atrayente estar viendo la televisión que jugar futbol. Son víctimas de apodos y se les va desarrollando una inseguridad que termina por ocasionarles traumas a largo plazo", expresa. Afirma que el 30 por ciento de los niños en edad escolar en el Estado son obesos y esos kilos extras los hacen propensos a padecer diabetes, enfermedades del corazón, cáncer y problemas traumatológicos. Al seleccionar lo que comemos, estamos influidos por la historia, la cultura y los hábitos que parten de la educación doméstica. "Si un niño es obeso y su papá es obeso, la causa no es que compartan genes, sino el refrigerador". Asegura que la obesidad es una enfermedad que no se cura, sólo se controla. Que tiene muchas complicaciones, entre las que sobresalen la diabetes mellitus, alteraciones en la glucosa, presión arterial, colesterol, problemas de infertilidad y articulares. Además que se le ha relacionado con el cáncer. La obesidad, dice, se relaciona en un 70 por ciento a factores genéticos y el resto al sedentarismo, malos hábitos alimenticios, alcoholismo y tabaquismo. "Hay que educar al paciente para poder controlar esa enfermedad llamada obesidad, porque es una enfermedad crónico-degenerativa que, por desgracia, no se cura, se controla. Porque cuando el paciente deja esos hábitos de alimentación, esos cambios en sus estilos de vida, puede volver a ser obeso", subraya. Recomienda llevar al niño con el médico para que éste mida su glucosa, le tome la talla y el peso, le realice los exámenes necesarios para detectar bacterias o amibas que impidan la absorción de los nutrientes. "El niño debe tener cinco comidas al día para que su metabolismo se acelere, que vaya acompañado de ejercicio. Mínimo 30 minutos tres veces a la semana", señala.

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